Le Grand Verre de Duchamp

Dibujar para nada (Deriva IV)

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Mientras Anthony repite como una letanía “Dust and water” yo regreso a casa, he pasado unas horas sentado en la biblioteca del Reina Sofía con el objetivo de iniciar una colección de derivas estáticas, ahora que las reescribo me doy cuenta que escribirlas requiere un esfuerzo extra que no sólo se apoya en la voluntad. He amontonado una serie de libros elegidos al azar mientras andando recorría la parte de baja de la biblioteca.
Alvar Aalto, Joseph Beuys, Ghada Amer, Giovanni Colombo son algunas de las dispares elecciones que me dispongo a hojear nada hasta ahora premeditado. Tomo primero Un libro sobre la el dibujo de Joseph Beuys y leo:

” drawing is the first visible form in my works the first visible thing of the form of the thounght, the changing point from the invisible powers to the visible thing…”

Pienso. Ningún dibujo de Beuys parece hecho para nadie, son dibujos interiores como lo es “le grand verre” de Duchamp, parece recorrer espacios invisibles para descubrir su fisiología en forma de líneas y manchas, casi como accidentes del pensamiento fijados en el preciso momento que parecen alumbrar algo y quedan como bocetos de una verdad.
Picasso jamás pintó nada para si mismo. Algo más me dice que cerraré el libro sin entender, porque sin entender nada me sigue apasionando Beuys sobretodo en esta afinidad oculta tras la sinceridad de su línea.
“Line does not exist in the nature, the marks of a drawing have a simbolic relationship to experience”.
Abandono pensando en Leonardo ¡qué pena que la representación oculte su verdadero milagro! La apuesta real de lo que algunos se empeñan en llamar abstracción es la valentía de prescindir del objeto. Y el giro de nuevo viene al colocar de nuevo un objeto cuando este ha sido eliminado, tal vez por eso el segundo día seguiría sin coger el libro de Klee y permanecería preso de Donald Judd, pero eso pertenece al desorden de las ideas no a la cronología de los hechos.

II variación

“La vida en absoluto es un fenómeno estático sino un proceso en movimiento dentro de un espacio que cambia constantemente”

Alvar Aalto hablaba finés. Alejado de un lenguaje común descifra con un lápiz unas formas rotundas que se insinúan en unos bocetos de trazos nada afilados, entender esa precisión de formas nuevas casi cartografiadas sobre el tablero blanco no tienen nada que ver con lo que leo, “La vida en absoluto es un fenómeno estático sino un proceso en movimiento dentro de un espacio que cambia constantemente” Tiene que ver algo la precisión con la incertidumbre, hasta donde seguir dudando. La claridad de sus soluciones parecen surgir de una geografía interiorizada de espacios que luego llamarán modernos, el espacio no entiende de edades sólo de configuraciones. Me gusta cuando gira cuando gira con rotundidad para extender una superficie y tensarla, y tampoco lo entiendo, pero sus dibujos como los de Alvaro Siza son plantas dibujadas con la definición de las formas que ya existían y son conquistadas de nuevo, creando una topografía nueva a pesar de que ya estaba allí, el habitar definirá el espacio dándole cualidades, pequeñas variaciones que lo son por la luz y por la densidad que toma forma cuando el hombre decide habitarla. Arquitectura compleja alejada de las espectaculares formas de arquitectura que se imponen al espacio.
Me acerco a Ciudad Real con Elyne Road de Tomani Diabate toda su música aparentemente igual se escuchan con una ligera variación como una improvisada pulsación interminable.

último extravío

El temor de escuchar el último disco de Anthony ha desaparecido, pensaba en su lacerante voz y pensaba que se repetiría más afectada, ahora que celebro su reencuentro y hasta acepto que suene constantemente en mi cabeza como un salmo me entrego a esta sencillez teatral, reconozco el mérito de la levedad, me emociona cuando el infraleve toma algunos lugares y los devuelve así diáfanos y puros.