Siempre me ha gustado el formato, una breve pieza ligera, breve, simpática, con algunos elementos para la sorpresa, que le permite conectar por su sencillez con un gran número de personas. Con Marta hablábamos de cómo explicar el cambio cultural que actualmente viven las empresas y les permite contactar emocionalmente con las personas, el paso del “qué” al “porqué”. Para ello leí muchas veces los ejemplos que Simon Sinek usaba para explicarlo en su libro “Start with why”. El ipod de Apple, el “I have a dream” de Martin Luther, incluso el paisaje americano cambiado por las grandes empresa de ferrocarril, ni rastro de cómo contarlo.
Pero vayamos por partes, el primer cuento iba de peces. Necesitábamos algo fácil de animar el tiempo nos apremiaba. ¡Qué mejor que un ser ovalado con un ojo! (si lo miras de perfil). Marta lo tenía claro y yo lo veía factible. Contaba el cuento en cada reunión y el final siempre era un fracaso, hacía trampas al contarlo pero ni por esas. El desenlace del cuento, donde se contaba porqué los peces hacían lo que hacían carecía de sentido, probamos con la idea de que al entrar en contacto uno con otro se iluminasen, “¡menuda estupidez!”. Me pasé unos días contando el cuento a todo el mundo buscando la aprobación…Un desastre. Natalia, y José Carlos acudían al rescate con propuestas y ánimos. Pero los creativos somos así, permanecemos atascados un poco más de lo necesario. Ángel me expuso su punto de vista “es que los peces son unos animales bastante bobos”….
Era necesario salir del pozo en el que los peces me habían instalado. Llamé a Ramón, nuestro creativo de cabecera y le expliqué la situación. Y lo probó de nuevo, su final un poco más complicado tampoco mostraba ningún rastro del “porqué”.
Ese día, en el trayecto de metro de Mendez Álvaro a Nuevos Ministerios, en el último vagón del convoy, decidimos matar los peces para siempre. Fue un 30 de diciembre, en esos veinte minutos que dura el trayecto cuando los peces se convirtieron en sombreros.
“- Deshazte de los peces.”
“- Imagínate un ‘sombrero loco’.”
“- No les basta con fabricar cosas, deben ser capaces de descubrir el porqué de su negocio. Bucear en la esencia de su negocio.”
“- No es un sombrerero loco. Debe tener ayudantes. Deben salir de la tienda.”
Estos ajustes eran recogidos por Ramón para hacer un cuento a medida.
El día 2 discutimos el primer borrador en la cucina.
Faltaban los elementos sorpresa, esos puntos absurdos que nos hacen sonreír y nos hacen cómplices de la historia. Pulir, simplificar para dejarlo en 2 minutos y medio. Para ello era necesario contarlo más veces. Gracias Teresa por tu ayuda y tus correcciones.
El fin de semana de reyes me quejaba de que a mi me habían dejado un cuento sin imágenes. Tenía la intuición, otra trampa de los creativos, de que el audio nos indicaría cómo ilustrarlo.
El 9 de enero grabábamos la voz de Carlos Kaniovsky y vimos claramente que era la voz la que nos conduciría por el cuento. Cerrar los ojos nos permitiría seguir mucho más de cerca la historia y meternos en la piel de Smith hijo y sus ayudantes. Sólo dos locuciones fueron necesarias para convencernos. Decidido: “-Las imágenes pasarían a un segundo plano.
Solo nos quedaba hacerlo creíble, escuchar el cuento como si hubiera existido siempre.